Dominamos la IA, pero desconocemos nuestra mente humana.

Dominamos la IA, pero desconocemos nuestra mente humana.

La Inteligencia Artificial hace uso del lenguaje humano para interpretar entradas, procesar contenido y ofrecer una respuesta. Estas respuestas son más sustanciosas cuando el prompt de entrada es robusto y detallado. Por eso, cuanto más claro y profundo es el análisis de lo que queremos, mejores insumos podemos ofrecerle a la IA para que devuelva aquello que realmente deseamos.

Esta forma de interactuar con la IA ya es conocida por millones de personas en todo el mundo, que la utilizan a diario. Sin embargo, ¿te has detenido a pensar cómo es posible que, desde niños de 7 años hasta adultos de 90, todos tengan la capacidad de escribir prompts según sus necesidades y obtener respuestas… y aun así, como humanidad, sigamos siendo incapaces de aplicar prompts adecuados en nuestro propio sistema neurológico para enfrentar la vida de forma más consciente y plena?

Tal vez la Inteligencia Artificial debería llevarnos a reflexionar sobre el funcionamiento de nuestro cerebro, nuestras conexiones neuronales, y cómo podríamos aplicar prompts internos que nos permitan obtener resultados más beneficiosos en lo personal y como sociedad. No debemos olvidar que la IA no es una invención que surgió de la nada, sino una réplica (muy sofisticada) del funcionamiento del cerebro humano implementada en una máquina.

Es fundamental que el ser humano del siglo XXI no solo aprenda a usar las herramientas existentes —y las nuevas que vendrán— en este mundo inteligente, sino que también se tome el tiempo para reflexionar sobre cómo funciona esta tecnología y cómo refleja el funcionamiento del computador inteligente que llevamos dentro. Así, no solo desarrollaremos habilidades técnicas, sino también obtendremos resultados que nos generen una satisfacción duradera, y no simplemente momentánea.

Podemos tener toda la tecnología del mundo a nuestro servicio, pero si no sabemos programar la tecnología interior que llevamos dentro, de nada servirá contar con un ejército de agentes IA trabajando para nosotros. Porque si no descubrimos el sentido más profundo de nuestra existencia —el crecimiento y la plenitud integral, tanto personal como colectiva—, estaremos perdiendo de vista lo esencial.

Por eso quiero compartir contigo algunos aspectos que pueden ayudarte para que, así como aprendes a interactuar con la IA, también puedas tener mayor control sobre tu propio pensamiento y así potenciarlo en dirección a los objetivos que te propongas en la vida:

  1. Actúa como un experto… contigo mismo

Cuando introduces un prompt en la IA diciendo, por ejemplo, «actúa como un experto en…», lo que estás haciendo es pedirle que simule ser aquello que le estás solicitando. ¿Por qué no hacer lo mismo contigo?

Empieza diciéndote: «actúa como un experto en…» y luego simúlalo conscientemente. No te estoy diciendo que mientas, sino que uses el poder de la simulación a tu favor. Para la mente humana no existe lo verdadero o falso como lo concebimos racionalmente: si le das una instrucción con convicción, actuará en consecuencia. Del mismo modo en que un prompt convierte a la IA en algo que aún no es, tú puedes transformarte en aquello que proyectas ser, comenzando por asumir ese rol mentalmente.

  1. Detecta la temperatura de tus emociones como si fueras un sistema automatizado

En IA y automatización, es común usar prompts que clasifican la emoción de una audiencia para decidir qué tipo de respuesta ejecutar. Dependiendo de la temperatura emocional —alta, media o baja—, se activa un flujo distinto.

¿Te imaginas hacer esto contigo mismo?

Podrías aplicar esa misma lógica: reconocer tu temperatura emocional como si fueras un trigger humano y, desde ahí, activar los flujos adecuados para canalizar tus emociones. Por ejemplo, si un cliente se queja, el sistema notifica al responsable; tú podrías aplicar lo mismo: si una emoción negativa aparece, actívate y busca rápidamente el flujo que te permita regularla, para seguir tu día fortalecido, sin que esa emoción te desequilibre por completo.

  1. Evita la alucinación mental: interpreta con datos reales

En el mundo de la IA, se usa el término “alucinación” cuando el sistema se inventa una respuesta por falta de información precisa. Lo mismo nos ocurre a nosotros. Cuando no contamos con los datos adecuados sobre una situación, muchas veces alucinamos la realidad: asumimos cosas, interpretamos desde el miedo, la duda o la inseguridad.

Por eso, al igual que se baja la temperatura del modelo para que no alucine, debemos aprender a calmarnos antes de interpretar. Recopila información real, verifica, observa. Muchas veces descubrirás que el problema era solo una mala interpretación, y que lo que creías no era como lo pensabas.

Espero que estos tres principios te ayuden en tu día a día.

Y te invito, sinceramente, a que a partir de hoy uses la IA no solo como una herramienta para resolver lo que deseas, sino como un espejo. Que te sirva para entender mejor cómo funciona tu mente y, desde ese entendimiento, puedas generar un impacto positivo en quienes te rodean.

Bryan Ergueta
Apasionado por la IA, el pensamiento humano y el desarrollo personal.