Cómo Colapsar la Función de Onda para Alcanzar tus Metas

Cómo Colapsar la Función de Onda para Alcanzar tus Metas

Desde hace muchos años se habla de la importancia de tener metas para poder progresar, mejorar y crecer. Sin embargo, la mayoría de las veces no se explica cómo funciona el mecanismo detrás de ellas. A pesar de ello, hemos escuchado, leído y visto a personas que afirman que, al haberse propuesto metas claras, lograron alcanzarlas, dando un salto cualitativo en sus vidas.

En este texto quiero compartir cómo, a mi parecer, el procedimiento de creación de metas, así como su ejecución, tiene una explicación científica que, si se aplica siguiendo los pasos adecuados, puede replicarse una y otra vez. Esto nos permitiría a todos los seres humanos alcanzar nuestras metas si seguimos el procedimiento correspondiente.

Para dar sentido a este pensamiento, debemos adentrarnos en la mecánica cuántica, específicamente en la interpretación de Copenhague, desarrollada por Niels Bohr y Werner Heisenberg.

La interpretación de Copenhague sostiene que existe una multiplicidad infinita de posibilidades, pero que, cuando se pretende medir de alguna manera, esta multiplicidad colapsa en una única posibilidad. En otras palabras, el universo es onda y partícula al mismo tiempo: puede ser todo a la vez, pero cuando se intenta medir, deja de ser onda (multiplicidad de posibilidades) y se convierte en partícula (algo medible).

Para que una onda se convierta en partícula, debe tratar de ser medida; y para ello, debe ser observada. Así, entra en juego un tercer actor: el observador, quien genera el colapso al intentar medir el fenómeno.

Por lo tanto, para que una onda de posibilidades pueda convertirse en partícula, debe existir algo que provoque su colapso: el observador. Entonces, deberíamos preguntarnos: ¿Qué hace el observador para generar ese cambio? La respuesta es: prestar atención con un objetivo particular. El ser humano, como observador, cuando dirige su atención hacia un objetivo específico, convierte la onda en partícula, en lo que se conoce como el colapso de la función de onda.

Siguiendo este razonamiento, si aplicamos el mismo procedimiento a nuestra vida —sabiendo que nuestro universo es, en esencia, subatómico— podemos deducir que, al convertirnos en observadores conscientes de lo que queremos, podemos transformar la onda de posibilidades de nuestra vida en una partícula determinada: la meta que deseamos alcanzar, tal como lo hacen los físicos cuánticos en sus experimentos.

¿Cómo observan los físicos cuánticos?

Cuando hablamos de «observar», nos referimos a medir de una forma determinada. Una de las formas en que los científicos logran colapsar la función de onda es a través del uso de campos electromagnéticos. Al afectar una onda de posibilidades en el espacio electromagnético, logran determinarla y, por ende, medirla.

¿Cómo lo podemos hacer nosotros?

Así como los físicos usan campos electromagnéticos para colapsar la función de onda, cada uno de nosotros también genera campos electromagnéticos de forma natural, día a día, tanto en nuestro exterior como en nuestro interior.

Estos campos provienen de dos órganos principales: el cerebro y el corazón.

  • El cerebro genera ondas eléctricas en cada interacción interna. Dado que esta actividad es constante, estamos generando campos eléctricos continuamente. Una prueba de ello es el electroencefalograma, que mide ondas cerebrales (alpha, beta, theta, delta, zeta, gamma), cada una con frecuencias específicas en Hertz.
  • El corazón, por su parte, genera corrientes eléctricas durante el proceso de sístole y diástole. Esto puede comprobarse mediante un electrocardiograma. Aunque este examen mide en latidos por minuto, el corazón también emite frecuencias eléctricas que podrían medirse de manera similar a las ondas cerebrales.

Según la Ley de Ampère, postulada por André-Marie Ampère en 1826, toda corriente eléctrica genera un campo magnético. Por lo tanto, tanto el cerebro como el corazón generan campos electromagnéticos.

Estos campos, similares a los utilizados en los experimentos de la física cuántica, nos permiten también afectar la función de onda de realidades infinitas y colapsarlas para obtener una partícula: una realidad determinada que deseamos alcanzar.

¿Cómo colapso la onda para llegar a la realidad que deseo?

Así como los físicos buscan medir parámetros claros de una partícula, nosotros también debemos tener absoluta claridad sobre lo que queremos alcanzar.

Una vez que definimos nuestra meta, debemos activar nuestros campos electromagnéticos de manera coherente para que, cuando la onda de posibilidades pase cerca de nosotros, pueda ser afectada y colapsada en la partícula deseada.

¿Cómo pongo en funcionamiento mi campo electromagnético?

Como vimos, el cerebro y el corazón son los mayores responsables de generar el campo electromagnético en nuestro cuerpo. Para ponerlos en coherencia con nuestras metas, debemos:

  1. Capturar un bucle de pensamiento en el cerebro: Tener tanta claridad sobre lo que queremos que podamos replicarlo una y otra vez en nuestra mente. Esto fortalece las conexiones neuronales hasta convertirlas en una autopista de información, formando un patrón nuevo que, con la repetición, se convierte en un estado de ser.
  2. Estimular el corazón emocionalmente: Vincular una emoción elevada con el pensamiento. Así, la meta se arraiga más en la mente subconsciente, ya que toda experiencia cargada de emoción se graba más profundamente.

La sincronización entre cerebro y corazón amplía nuestro campo electromagnético, que puede alcanzar hasta tres metros hacia el exterior. Esta coherencia permite que el colapso de la función de onda no solo sea un concepto de la física, sino una experiencia humana replicable para quien desee utilizarla.

Algunas consideraciones importantes

No basta con solo pensar y emocionarse. Para colapsar efectivamente la función de onda, necesitamos:

  • Tener claridad absoluta sobre lo que deseamos.
  • Mantener el patrón de pensamiento hasta que se convierta en un hábito.
  • Vivir emocionalmente como si ya hubiéramos alcanzado la meta.

Esto implica anticiparse al hecho, tal como lo hacen los físicos al colapsar una función de onda.

¿Cómo establecer una meta con claridad?

Podemos seguir una adaptación del método científico:

  1. Observación
    • Observar los aspectos de nuestra vida que queremos cambiar.
  2. Pregunta
    • Preguntarnos cómo solucionarlos o qué debemos hacer.
  3. Hipótesis (Meta)
    • Proponer una solución.
  4. Experimentación
    • Entrar en acción y aplicar la solución.
  5. Recolección de datos
    • Recoger toda la información surgida en el proceso.
  6. Análisis
    • Analizar el progreso.
  7. Conclusión
    • Decidir qué ajustes hacer. Si el método no funciona, no cambiamos la meta, sino el camino para llegar a ella.

La acción, la emoción y el pensamiento van de la mano

La acción, la emoción y el pensamiento se retroalimentan mutuamente. Al alimentar cada uno de estos aspectos, fortaleceremos el patrón que nos permitirá alcanzar nuestras metas, en coherencia con nuestra mente, nuestro corazón y nuestras acciones.

Autor: Bryan Ergueta